LA ESCULTURA DE MIGUEL ÁNGEL

   LA ESCULTURA DE MIGUEL ÁNGEL

   Miguel Ángel es uno de los escultores más importante de todos los tiempos. Su obra escultórica más importante es la del David. Con su atención al cuerpo humano y su tendencia a la sublimación de las formas, fue el principal promotor de la visión heroica del hombre, fundamento del clasicismo romano y punto de partida de la escultura posterior. Los cuerpos que esculpe representan todo tipo de sentimientos gracias a las expresión y los movimientos. Busca la belleza ideal.

   Era de carácter duro y tenía un  sentido del horror de la existencia, su percepción de la soledad humana y su incapacidad para conciliar alma y materia proporcionan la base de la célebre terribilità  y son incompatibles con la serenidad renacentista. Se entiende, pues, que su arte sirviese de fermento para nuevas generaciones de escultores encaminados hacia un arte más tenso, diverso y subjetivo. Su obras contenían fuerza.
   Sus principales obras son:








La Piedad del VaticanoPoco después de llegar a Roma, en 1498, Miguel Ángel recibió un encargo que despertó todo su genio creador. Se trataba de una estatua funeraria para el cardenal francés Jean de Billheres, un miembro de la corte papal de Alejandro VI, el papa Borgia. El tema era el de la Piedad, recurrente en la época, pero Miguel Ángel lo planteó de forma original. Frente al patetismo de las piedades nórdicas, el florentino plasmó la idea de redención sin ahondar en el sufrimiento de Jesucristo y su madre. Las figuras encarnan una belleza inmaculada e inalterable, expresión de la salvación de la humanidad propiciada por el sacrificio de Cristo. la virgen es más joven que Jesús para representarla eternamente virgen.






 El Moisés: La estatua de Moisés que ocupa la parte central del sepulcro del Papa Julio II es una de las más célebres del genio italiano. En ella se ha visto un retrato idealizado del propio Papa Julio II, aunque también contiene rasgos del artista. Se le representa en un momento de quietud previo a la acción, con el pie retrasado, el brazo que señala las tablas de la Ley, el movimiento ondulante de las barbas y la profundidad de la mirada. Se trata de una obra plenamente renacentista que también muestra algunos rasgos de la terribilitá con la que Miguel Ángel solía dotar a algunas de sus figuras: el gesto concentrado y el ceño fruncido y la tensión de los músculos con las venas hinchadas, anticipando un estallido dramático.
El David de Florencia: Una cofradía ligada a la catedral de Florencia, formada principalmente por miembros del influyente gremio de la lana, encargó a Miguel Ángel, en 1501, una estatua que representara a David derrotando a Goliat. Buonarroti rompió con la iconografía habitual en la que el héroe aparece como vencedor con la cabeza de Goliat. Prefirió representar el momento previo a la acción, cuando el joven se prepara para el desigual combate. Destaca la desproporción de las manos y la cabeza respecto al cuerpo, expresión quizá de la idea de República: la cabeza simbolizaría el ideal, y las manos, el instrumento para el cambio de régimen.








La tumba de los Médicis: Durante su larga etapa de residencia en Florencia (1519-1534), Miguel Ángel recibió el encargo de realizar las dos tumbas de los Médicis en la sacristía nueva de San Lorenzo. La tumba de Lorenzo de Médicis está presidida por una figura central, que lo representa en actitud contemplativa, instrospectiva. Como atributos lleva una piel de león, un cofre con monedas (símbolo del tributo a pagar para entrar en el reino de los cielos) y un pañuelo. El personaje viste una armadura de tipo clásico. No hay emblemas familiares, ni ningún epitafio alude a sus hazañas, lo que indica una intención idealizante más que conmemorativa.




Madonna de Brujas Justo después de terminar la Piedad y antes de comenzar el David, Miguel Ángel realizó esta escultura que se encuentra en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas, en Bélgica. Perteneciente al periodo clasicista del artista, la Madonna de Brujas exhibe la contención típica de este estilo. Su belleza reside precisamente ahí, en la armonía entre las partes que la forman y en una expresión equilibrada que no perturba los rasgos de los protagonistas. La escultura fue terminada en 1504, antes de que las esculturas de Miguel Ángel experimentaran el cambio evidente que se aprecia en el David o el Moisés



Paula Cuesta Parladé

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