ENTIERRO DE CRISTO
Esta obra de Juan de Juni,
pertenece a la escultura renacentista española, que es principalmente religiosa
y se caracteriza por buscar la representación del espíritu y la belleza
espiritual más que la belleza corporal. En esta época abundan los retablos, el
material más utilizado es la madera y destaca la técnica del estofado.
En este periodo aparecen los
primeros imagineros: Alonso Berruguete y Juan de Juni.
Juan de Juni, el autor de esta
obra, era Francés (de Borgoña), nació en 1507 y murió en 1577. Une en sus
creaciones tres sensibilidades:
- De Borgoña coge el dinamismo de los paños en las esculturas y el tema del Santo Entierro.
- De Italia aprende a redondear los perfiles de las telas, a entristecer a los personajes y el clasicismo de Miguel Ángel.
- En España, termina afincándose en Valladolid.
Se caracteriza por un clásico
monumentalismo pero sin dejar de lado el predominio del espíritu propio de esta
época. Sus figuras son hercúleas, y se revuelven en sí mismas buscando un
perfil llameante. Destaca también su cuidada técnica elaborada con reflexión y
con un movimiento contenido propio de Miguel Ángel.
Centrándonos más en la obra, fue
realizada entre 1541 y 1545 para Fray Guevara, que quería colocarlo en el
retablo de su capilla funeraria, que en 1836 sería demolida, pero este grupo
escultórico fue guardado por el Estado, encontrándose actualmente en el Museo
Nacional de Escultura de Valladolid.
El conjunto está compuesto por
siete figuras independientes, salvo el grupo formado por la Virgen y San Juan,
y están policromadas con gran calidad pictórica. En el centro se halla Cristo
yacente, depositado en lo que será su ataúd, y los demás personajes proceden a
su embalsamiento.
En la esquina izquierda se
encuentra a José de Arimatea que muestra una espina de la corona que se había
quedado clavada en la cabeza de Cristo.
En la esquina derecha está
Nicodemo dialogando con María Magdalena, su mano izquierda reposa en una jarra
y con la derecha sostiene un paño con el que está limpiando al fallecido.
Tras él y de pie se encuentra
María Magdalena que se inclina hacia el cuerpo de Cristo mientras su hijo Juan
acude a consolarla.
Finalmente, María Salomé sujeta con su mano un paño sobre el que se encuentra la corona de espinas.
Las figuras están tratadas de
manera monumental y con gran corporeidad, propio de Juan de Juni. La fuerza que
desprenden los personajes nos recuerda a la terribilitá de Miguel Ángel.
También destacan los pliegues redondeados de las vestiduras y las posturas
teatrales de los personajes, en algunos casos con potentes escorzos y muy
contorsionadas. Todas estas características, propias de Juan de Juni, le permiten
transmitir el sentimiento de dolor y tensión del momento. También cabe destacar
el exquisito estofado del conjunto.
Me encantan las fotos. (10) Para el próximo, arte barroco español El milagro de San Hugo en el Refectorio de Zurbarán.
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